PERSIA

Imperio Aqueménida

 
Imperio Persa Aqueménida


[[559 a. C.]] — [[330 a. C.]]

Bandera Escudo
Bandera Escudo
Ubicación de Imperio Persa Aqueménida
Máxima extensión del Imperio Aqueménida durante el reinado de Darío I, hacia el 500 a. C.
Capital Susa, Persépolis, Pasargada y Ecbatana
Idioma oficial Persa antiguo
Otros idiomas Antiguo idioma macedonio, Griego, Idioma arameo, Idioma elamita, Idioma avéstico, Idioma egipcio, Idioma Babilonio tardío, etc.
Religión Zoroastrismo
Gobierno Monarquía Absoluta
 • ---- ----
Primer Ministro  
 • 559 a. C. - 530 a. C. Ciro II
 • 521 a.C. - 485 a.C. Darío I
 • 336 a. C.- 330 a. C. Darío III
Período histórico Edad del Hierro
 • Ciro II, asume como (559 a. C.), llevando a su pueblo a una revuelta de independencia contra Media, a la que derrota y conquista, haciendo lo mismo luego con Babilonia, Lidia, Siria, Palestina, Sogdiana, Bactriana, y Partia, fundando el gran Imperio. 559 a. C.
 • Darío I asume el gobierno y reorganiza el Imperio, mandando a ejecutar al usurpador Gaumata (quien durante el gobierno de Cambises II, mientras este se encontraba ausente y combatiendo en una campaña militar en el noreste de África tras haber conquistado Egipto, usurpó el trono imperial haciendose pasar por el muerto hermano de Cambises, Esmerdis, cuya muerte, desconocía el pueblo, y que era responsabilidad del mismo Cambises, quien ya enloquecido desde antes, accidentalmente clava una daga en su pecho antes de regrasar a sofocar la rebelión) y a otros usurpadores regionales, y extendiendo sus fronteras, llevandolo a su máxima extensión. 521 a. C. - 485 a. C.
 • Ejecución de Darío III en Bactra, capital de la Satrapía de Bactriana, por su sátrapa Besos (autoproclamadose automaticamente, Rey de Persia, con argumento de vengar su muerte) quien, mientras Darío escapaba del ejército Macedonio de Alejandro III tras haber sido derrotado en Gaugamela, lo traisiona arrestandolo, esperando, a cambio de entregarlo a Macedonia, que Alejandro le consediera la oportunidad de mantener su territorio independiente, cosa que impide al ejecutar a Darío (ya que, Alejandro se había autoproclamado Rey de Persia, y Besos, al ejecutar a Darío, auténtico Rey, y autoproclamarse él mismo monarca persa, usurpaba el poder al macedonio, dándole razones para avanzar definitivamente y seguro a Oriente a invadirlo). 330 a. C.

Imperio Aqueménida, o Imperio Persa Aqueménida, es el nombre dado al primer y más extenso Imperio Persa, el cual se extendió por los territorios de los actuales estados de Irán, Iraq, Turkmenistán, Afganistán, Uzbekistán, Turquía, Chipre, Siria, Líbano, Israel y Egipto. Su expansión territorial comenzó, durante el reinado de Ciro II (559-530 a. C.), con la anexión del reino medo, y alcanzó su máximo hacia el año 500 a. C., cuando llegó a abarcar parte de los territorios de los actuales estados de Libia, Grecia, Bulgaria y Pakistán, así como ciertas áreas del Cáucaso, Sudán y Asia Central. Su existencia concluyó en 330 a. C. cuando el último de los reyes aqueménidas, Darío III, fue vencido por Alejandro Magno.

El Imperio debe su nombre a la dinastía que lo gobernó durante unos dos siglos, la aqueménida, fundada por un personaje semilegendario, Aquemenes. En la historia de Occidente, el Imperio Aqueménida es conocido sobre todo por su condición de rivales de los antiguos griegos, especialmente en dos períodos, las Guerras Médicas y las campañas del macedonio Alejandro Magno.

 

Fuentes

Las fuentes para el estudio del Imperio Aqueménida son especialmente problemáticas, no tanto por su escasez como por ser a menudo muy dispares entre sí. Asimismo, no todas las regiones ni las épocas están documentadas por igual: en el aspecto cronológico, la mayor parte de la documentación se refiere al siglo V, en tanto que de la época anterior a la conquista de Alejandro hay mucha menos información; en el aspecto geográfico, es mucho más abundante la información referente a las regiones occidentales del Imperio que a su parte oriental.[1]

 

Fuentes literarias

Antes de que se iniciasen las excavaciones arqueológicas, la historia aqueménida se conocía únicamente a través de los escritos de autores griegos y, en menor medida, romanos, y de la Biblia. En el primer grupo destaca particularmente el historiador griego Heródoto, que escribió en el siglo V a. C., cuyo propósito principal es celebrar los éxitos griegos en las Guerras Médicas. Su obra es útil para conocer el primer periodo de la historia aqueménida, especialmente en lo que se refiere a su frontera noroccidental. Durante el siglo IV aportan también información sobre el Imperio Aqueménida las obras de Ctesias y de Jenofonte. Todos los autores griegos, sin embargo, coinciden en lo esencial de su visión del Imperio Aqueménida: por un lado, admiran su riqueza y su poder, pero por otro consideran su sistema político corrupto y decadente, y presentan al monarca como una figura débil, víctima de las maquinaciones de las mujeres y los eunucos de la corte.[1]

En la Biblia, en los libros de Esdras y de Nehemías, los persas aparecen como restauradores del Templo de Jerusalén y defensores del culto del Yahvé: la imagen que de ellos se muestra es muy positiva, ya que acabaron con la cautividad de Babilonia. No obstante, en el Libro de Ester, muy probablemente escrito en época helenística, la imagen que se da de los persas es similar a la que puede encontrarse en las obras de autores griegos.

 

Fuentes epigráficas

La Inscripción del Harén, de Jerjes I. Se trata de una inscripción bilingüe en persa (izquierda) y babilonio (derecha).
La Inscripción del Harén, de Jerjes I. Se trata de una inscripción bilingüe en persa (izquierda) y babilonio (derecha).

En época aqueménida, el persa antiguo, antecesor del actual idioma persa hablado en Irán, se escribía en una variedad de escritura cuneiforme que solo comenzó a ser descifrada a comienzos del siglo XIX, gracias sobre todo a los esfuerzos de Henry Rawlinson y a su trabajo con la Inscripción de Behistún, que hace un relato pormenorizado de las circunstancias en que Darío I accedió al poder. Actualmente, se conocen numerosas inscripciones en antiguo persa, pero, con una sóla excepción recientemente identificada,[2] éstas se restringen al ámbito de las declaraciones de la realeza, expresiones de su poder e ideología. Son fuentes de información útiles para conocer la actividad constructora de los reyes, y la imagen que estos tenían de sí mismos, pero no suelen proporcionar información sobre otros ámbitos (la única de carácter narrativo es la de Behistún).

Junto con las inscripciones reales, son también una importante fuente de información los textos en arameo y en egipcio demótico hallados en Egipto, así como un número importante de documentos en idioma acadio hallados en Babilonia. Entre estos últimos se destacan numerosos archivos administrativos de los templos y de algunas familias poderosas como Egibi y Murashu.[1] [3] Adicionalmente, los archivos elamitas de Persépolis (el de la Fortaleza y el del Tesoro) iluminan la "economía real" del área de las capitales.[4]

Fuentes arqueológicas

Las excavaciones son todavía muy incompletas. Las principales son los grandes centros reales, Pasargada, Persépolis y Susa, así como tumbas rupestres como las de Naqsh-e Rostam. Las excavaciones se han visto dificultadas porque algunos sitios, como por ejemplo, Arbela y Ecbatana, están actualmente cubiertos por grandes ciudades modernas (Erbil y Hamadán, respectivamente). 

Historia

Antecedentes

Los persas pertenecían a los grupos iranios que se habían establecido siglos atrás en la meseta iraní, y habitaban la actual provincia de Fars (Irán), una región de tradicional influencia elamita. Se dedicaban de modo destacado a la cría de ganado, aunque con el tiempo fueron adoptando la agricultura. La historia de los primeros reyes persas, quienes habrían vivido durante el siglo VII y la primera mitad del siglo VI a. C., es poco conocida. De acuerdo con la genealogía tradicional, basada en la Inscripción de Behistún de Darío I (ca. 518) y en el historiador griego Heródoto de Halicarnaso, los persas habrían sido gobernados por la Dinastía Aqueménida, fundada por su epónimo Aquemenes, al que sucederían Teispes, Ciro I, Cambises I y, finalmente, Ciro II, el artífice del imperio. Estos reyezuelos hacían uso del título de rey de Anshan, de larga tradición elamita. Según Heródoto, los persas de las épocas tempranas eran vasallos de sus poderosos vecinos, los medos, aunque actualmente se duda de la fiabilidad de esta información.

 

Las grandes conquistas

Tumba de Ciro el Grande en Pasargada.
Tumba de Ciro el Grande en Pasargada.

Ciro II el Grande sucedió a su padre Cambises I en el 559 a. C. Por ese entonces las entidades políticas hegemónicas en la región eran el Imperio Neobabilónico, el reino medo, Lidia y Egipto.[5] Entre los años 553 y 550 a. C., Ciro derrotó al rey medo Astiages, tomó su capital, Ecbatana, y llevó sus tesoros a Anshan. La Crónica de Nabonido informa de que el rey persa resultó favorecido por el amotinamiento de las tropas medas contra su propio rey, hecho confirmado por la historia que narra Heródoto (I 123-128) sobre la traición del general medo Harpago.[5] El siguiente objetivo de Ciro fue el reino de Lidia, en Asia Menor, del que logró apoderarse en 547 a. C.[5]

Se cree que la guerra contra el Imperio Neobabilónico, que se encontraba rodeado por los persas en sus fronteras oriental y septentrional, habría comenzado hacia finales de la década de 540 a. C. En cualquier caso, en el año 539 Babilonia fue tomada por el general persa Gobrias, haciéndose presente Ciro días más tarde. El nuevo gobernante asumió la titulatura regia babilonia, que incluía los títulos de rey de Babilonia, rey de Sumer y Akkad y rey de los países. Así mismo, Ciro se ganó el apoyo de buena parte de la casta sacerdotal de Babilonia, la que en los textos por lo general se muestra favorable hacia él.

Ciro murió en el 530 a. C. durante una campaña contra los masagetas de Asia Central, y fue sucedido por su hijo Cambises II. Éste último dirigió la conquista de Egipto, presumiblemente planeada con anterioridad. En el momento de la muerte de Cambises en el 521 a. C., el imperio se extendía desde el Mediterráneo (incluyendo Egipto y Anatolia) hasta la cordillera del Hindu Kush en el actual Afganistán.

Ciro construyó su capital, Pasargada, en el territorio original de los persas. En ella es posible apreciar la fusión de estilos de diferentes partes del imperio, característica de los soberanos aqueménidas.

 

Crisis y reestructuración

Súbditos con sus tributos en un bajorrelieve de Persépolis.
Súbditos con sus tributos en un bajorrelieve de Persépolis.

De acuerdo con la Inscripción de Behistún de Darío I, cuando Cambises se encontraba en Egipto, cierto Gaumata se rebeló en Media haciéndose pasar por Esmerdis, el hermano menor del rey. Cambises murió en el 521 a. C. en Siria camino a aplastar la rebelión. El falso Esmerdis continuó reinando hasta que fue depuesto en el 521 a. C. por un grupo de nobles encabezado por Darío, quién se proclamó rey en su lugar. Luego de ello, estallaron rebeliones por todo el imperio, las cuales fueron derrotadas por Darío y sus generales; en el 518 a. C. la paz se había reestablecido. Para garantizar su legitimidad, el nuevo rey contrajo matrimonio con las esposas de su predecesor (una práctica usual), entre las que se incluían dos hijas y una nieta de Ciro. Una de ellas, Atosa, dio a luz al futuro soberano Jerjes I.

Darío emprendió un programa de reforma administrativa y tributaria, que incluyó la reestructuración de las satrapías, existentes ya desde el reinado de Ciro. En cuanto a su actividad constructora, destaca sobre todo la fundación de Persépolis. Durante el reinado de Darío continuó la expansión territorial: Tracia y la India fueron anexionadas, mientras que las tropas persas fueron derrotados por los escitas europeos (ca. 513 a. C.) y por los griegos en las primera guerra médica.

Expansión del imperio persa al año 500 a. C.
Expansión del imperio persa al año 500 a. C.

 

Las Guerras Médicas

Las Guerras Médicas son un enfrentamiento que tuvo lugar en el 490 a. C. y en el 480-479 a. C.

La primera fase (490 a. C.) se produjo cuando los persas enviados por su rey Darío I a través de un ejército y viajando por mar, desembarcaron en la ciudad de Maratón. En esta ciudad tuvo lugar la batalla de Maratón, en la cual un ejército griego guiado por Milcíades fue enviado a retener a los persas, y sorprendentemente obtuvieron la victoria.

La segunda fase tuvo lugar el año 480 a. C., cuando los persas enviados por su rey Jerjes I se dirigen por tierra hacia Grecia. Este ejército intenta ser retenido por un ejército espartano de 300 guerreros dirigidos por su rey Leónidas I. Los 300 soldados y su rey mueren en la batalla traicionados por un griego que enseña a los persas un camino para atacar por la espalda. Esta batalla tuvo lugar en el estrecho de las Termópilas. Los habitantes de Atenas, habían sido refugiados en la pequeña isla de Salamina, cuando llegaron los persas a Atenas incendiaron la ciudad y viajaron hacia Salamina. Allí tuvo lugar la batalla naval de Salamina en la cual los pequeños y ágiles barcos atenienses derrotaron a los pesados y grandes barcos persas. Los persas fueron definitivamente derrotados en el año 479 a. C. en la batalla de Platea, es entonces cuando abandonan el proyecto de conquistar Grecia.

 

De Artajerjes I a Darío III

Cuando Jerjes murió asesinado en el 465 a. C., se desató una crisis sucesoria en la que terminaría por imponerse Artajerjes I. Una situación similar se produjo a la muerte de Artajerjes (424 a. C.), luego de la cual tres de sus hijos, disputaron el trono, sucediéndose en el mismo año Jerjes II, Sogdiano, y Darío II. Darío II reinó en el período 424 a. C.-404 a. C. y colaboró con Esparta en la Guerra del Peloponeso. Le sucedió su hijo Artajerjes II, que reinó en el período 404 a. C.-359 a. C. En 401 a. C. se rebeló su hermano Ciro el Joven, que con mercenarios griegos obtuvo la victoria en la batalla de Cunaxa, pero resultó muerto en la misma. Así, Artajerjes II conservó el trono, construyó una gran flota, y recuperó el dominio de Asia Menor y Chipre. Le sucedió su hijo Artajerjes III 359 a. C.-338 a. C., y a este, su hijo Artajerjes IV 338 a. C.-336 a. C. Ambos fueron asesinados por el favorito y hombre fuerte Bagoas. El último rey de la dinastía fue Darío III, 336 a. C.-330 a. C., que enfrentado a Alejandro Magno, fue derrotado en las batallas de Gránico, Isos y Gaugamela, y asesinado en plena huída por Baso, sátrapa de Bactriana.

 

Política y administración

Darío recibe el homenaje de personajes de alto nivel (tesoro  de Persépolis, reproducción)
Darío recibe el homenaje de personajes de alto nivel (tesoro de Persépolis, reproducción)

El Imperio Aqueménida fue un estado multinacional dominado por los persas, en el que los cargos de importancia correspondían a miembros de esta etnia.[6] Continuamente se subraya, en las inscripciones reales, la condición de persa (o, más concretamente, de ario) del rey, de su familia y de su dios, Ahura Mazda.[6] Parece, sin embargo, que los diferentes pueblos del imperio, y muy especialmente aquellos de mayor antigüedad, como asirios, babilonios, judíos o egipcios, disfrutaron de una gran autonomía, y pudieron conservar sus costumbres, sus instituciones, su lengua y su religión, en tanto que la administración quedaba bajo control persa.[6] Este respeto a la individualidad de los diferentes pueblos sometidos se pone de manifiesto, por ejemplo, en los relieves de las escalinatas que llevan a la apadana de Persépolis que tenía una función ceremonial relacionada con la recepción de los tributos, en los que se muestran las diferentes ofrendas: por ejemplo, de Arabia se llevan tejidos, camellos e incienso; de Nubia vasijas, colmillos de elefante, okapis, jirafas, tributos de oro refinado, troncos de ébano; de Bactria, vasijas y camellos. Cada grupo se diferencia claramente de los demás por su atuendo.

El centro administrativo del imperio se encontraba en el palacio real, con un complicado aparato burocrático. Desde la época de Darío, la sede real se situó en la ciudad de Susa, aunque el monarca pasaba temporadas en Babilonia y Ecbatana. Las ciudades más importantes de Fars, Pasargada y Persépolis, no fueron nunca sedes de gobierno.

 

Organización social

La organización social del imperio es poco conocida.[7] La mayoría de los investigadores opina que persistía la división en tres estratos o castas característica, según Georges Dumézil, de los pueblos indoiranios e indoeuropeos en general, que aparece reflejada en el Avesta: guerreros, sacerdotes y campesinos.

Estrechamente imbricada con esta división en tres castas, existía una estructura tribal basada en la ascendencia patrilineal. Según Heródoto (i., 125), en época de Ciro el Grande la sociedad persa estaba formada por numerosas tribus, entre las que las principales las de los pasargadai, los maraphianoi, y los maspianoi. Cada tribu se dividía a su vez en clanes: los aqueménidas eran, de hecho, un clan perteneciente a la tribu de los pasargadai.

Los cargos de la administración imperial estaban reservados a los miembros de las principales familias de la aristocracia, aunque no era suficiente con la pertenencia a la nobleza: había que contar también con el favor del rey, que era quien disponía los nombramientos y distribuía feudos en los territorios conquistados.

 

Satrapías

Las divisiones administrativas del Imperio Aqueménida son llamadas por los historiadores satrapías, utilizando un término procedente de las fuentes griegas ("satrapeia"). La voz griega procede del antiguo persa xsaça-pā-van, que designa a la persona que gobierna este territorio, y que significa algo así como "protector del imperio".[8] No hay acuerdo en cuanto a si el término dahyu (plural dahyāva), que aparece en las inscripciones reales, puede ser interpretado en el sentido de "satrapía", como sostienen algunos autores,[8] o si carece de cualquier implicación administrativa.[9] La organización de las satrapías, cuya extensión era muy variable, reutilizaba en parte las estructuras previas a la conquista, permitiendo subsistir hasta cierto punto a las antiguas instituciones de poder locales.

 

Economía

 

Moneda

Darío I fue probablemente el primer monarca aqueménida en acuñar moneda,[6] por entonces una innovación relativamente reciente, ya que Creso, el rey de Lidia derrotado por Ciro el Grande, había sido el primero en introducir un verdadero sistema monetario. Darío introdujo un patrón monetario bimetálico (a semejanza del lidio, según Heródoto, i, 94). La moneda de oro era el dárico,[10] de unos 8,34 gramos de peso.[6] 3.000 dáricos equivalían a un talento, la unidad monetaria más elevada. La moneda de plata era el siclo, de aproximadamente 5,56 g de peso y de gran pureza. 20 siclos de plata equivalían a un dárico de oro.

Dárico aqueménida, circa 490 a. C.
Dárico aqueménida, circa 490 a. C.

El sistema monetario aqueménida se mantuvo en vigor hasta ser desplazado por las acuñaciones de Filipo II y, sobre todo, de Alejandro Magno, en la segunda mitad del siglo IV a. C. Durante todo el tiempo que se mantuvieron en circulación, las monedas aqueménidas apenas variaron. De forma aproximadamente ovalada, tanto el dárico como el siclo tienen en el anverso una figura idealizada, posiblemente el propio monarca,[11] que aparece con un arco en su mano izquierda y una lanza en la derecha (las monedas eran popularmente conocidas entre los griegos como taxotai, "arqueros"). En el reverso hay únicamente un cuadrado incuso.[6]

Acuñar moneda de oro era una prerrogativa real. Los sátrapas y generales, así como las ciudades autónomas y príncipes locales, solo podían acuñar monedas de plata y de cobre.[6]

 

Comunicaciones

Para facilitar las comunicaciones en su extenso imperio, Darío ordenó la construcción de varias carreteras que unían Susa y Babilonia con las capitales más importantes de las satrapías. Es conocida por la descripción que de ella hace Heródoto (v, 52-54) "calzada real", que unía Susa con Sardis, atravesando Asiria, Armenia, Cilicia, Capadocia y Frigia, con una longitud total de 2.600 km (13.500 estadios, o 450 pasarangas), que por regla general se tardaba tres meses en recorrer.[12] Sin duda otras carreteras tuvieron igual o mayor importancia, aunque fueran menos conocidas por los autores griegos[13] El sistema postal creado por Darío despertó la admiración de Heródoto por su gran eficacia.

Un gran desarrollo alcanzaron también en época aqueménida las comunicaciones marítimas. Darío I ordenó la apertura del canal en el itsmo entre el brazo oriental del Nilo y el Mar Rojo, construido por el faraón Necao II, ensanchándolo significativamente, de forma que, según Heródoto, dos trirremes podían navegar en paralelo por sus aguas. Como consecuencia, el comercio entre el Mar Rojo y el Mar Mediterráneo se incrementó considerablemente. Por encargo de Darío, el navegante Escílax de Carianda exploró la ruta marítima entre Mesopotamia y el valle del Indo. La ruta comercial entre Mesopotamia y Egipto circunnavegaba la Península Arábiga

 

Cultura

 

Lengua

En el imperio se hablaba una amplia variedad de lenguas. Los persas, al menos en la primera etapa del imperio, utilizaban el persa antiguo, un dialecto iranio de la rama suroccidental, emparentada con el medo, perteneciente a la noroccidental. En un principio, los persas no utilizaban la escritura, y el persa antiguo solo comenzó a escribirse cuando, por orden de Darío I, se inventó una escritura cuneiforme ad hoc para la inscripción de Behistún.[6] Probablemente eran pocos los que podían leer esta escritura, y tal vez por eso las inscripciones reales eran generalmente trilingües en persa antiguo, babilonio y elamita (añadiéndose a veces el egipcio en escritura jeroglíficao).[6] Se han hallado incluso papiros con traducciones al arameo de algunas inscripciones reales.[14]

El uso escrito del persa antiguo parece haberse prácticamente restringido a las inscripciones reales; hasta el momento se ha identificado tan sólo un documento administrativo en este idioma.[2] En la región de Fars (y también, como puede suponerse, en Elam), el idioma de la burocracia imperial era el elamita, como lo atestiguan los documentos hallados en Persépolis. La lengua más utilizada en la administración para el conjunto del imperio era, sin embargo, el arameo, que servía también como lengua de comunicación interregional: el hecho de que para escribirlo se utilizase un alfabeto facilitaba además las comunicaciones. De hecho, se han encontrado documentos en arameo en lugares tan distantes entre sí como Elefantina, en el Alto Egipto, Sardis, en Asia Menor, y la región de Bactriana en el extremo nororiental.[6] [15] Otras lenguas, como el egipcio, el griego, el lidio y el licio, entre otras, eran de uso estrictamente local.

 

Religión

Ahura Mazda tal como es repredentado en los bajorrelieves de la realeza aquemnida.
Ahura Mazda tal como es repredentado en los bajorrelieves de la realeza aquemnida.

A lo largo del Imperio se practicaban diversas religiones, correspondientes a las tradiciones de los pueblos conquistados. La elite persa que dirigía el imperio patronizaba el culto al fuego, y desde el reinado de Darío I se registra en las inscripciones la adopción del culto a Ahura Mazda como deidad protectora de la monarquía. La Inscripción de Behistún dice: "Darío el Rey dice: Por el favor de Ahuramazda yo soy Rey, Ahuramazda me concedió el reino"[16]

Los sacrificios de caballos en honor al rey se realizaban en época aqueménida, al menos desde el reinado de Cambises I hasta la llegada de Alejandro Magno, estando prescripto que los caballos para los sacrificios mensuales en la tumba de Ciro I debían ser blancos, criados en los haras de Media.[1]. Según Heródoto los caballos blancos de Ciro I eran sagrados (I:181) [2]

Entre los otros dioses indoiranios reverenciados en el imperio se incluyen Mitra (deidad solar asociada a la nobleza y los guerreros) y la diosa Anahita.

Cultos reales de los pueblos conquistados eran promovidos por la monarquía aqueménida en función de legitimar el poder imperial.

POR EDUARDO JAVIER CASTRO
 
contacto:www.cadena1507@hotmail.com
 
 
HOY 27141 visitantesa esta pagina¡
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis